Después de tunimil correos contestados, estoy al día. A ratos me sentía como «Bruce Almighty» cuando temrinaba de contestar tres millones de correos, revisaba los nuevos y ya tenia otros cuatro millones más. Recuerdos de las tardes de vagancia con Andrea, ese día en la Laguna Chica Grande de San Pedro. Por supuesto que no eran tres millones, pero contestar decenas de correos de un paraguazo necesita tiempo, justo lo que no me sobra.