Durante la mañana de ayer, mientras probaba unas nuevas css para mi sitio, hablaba con Basilio sobre algunas películas que desde hace siglos le tenía prometidas. Ejem!, respaldos de DVD. Viendo que yo andaba con menos ánimo que una almeja, Basilio decidió invitarme al cine a ver Matrix Reloaded siempre y cuando lo fuera a buscar a su casa. Pues bien, partí hecho un rayo en el auto a la casa de Basilio, sin saber que me encontraría con una simpática sorpresa en el camino.

Un taco fenomenal de al menos 3 kilómetros en la salida de Chiguayante me hizo dudar seriamente en aceptar la invitación de Basilio y volverme a mi casa, pero cada vez que ya tenía decidido volver, el comprensivo atochamiento avanzaba unas decenas de metros, haciendome dudar una vez má. Fue asi como sin darme cuenta, despues de unos 20 o 30 minutos me vi a solo unos centenares de metros de salir del atochamiento, por lo que pensé “ya estoy acá, hay que terminar lo comenzado”.

Por fin salí del amigable atochamiento y mientras enfilaba a mil por hora junto a la aun espesa caravana de autos desesperados por recuperar tiempo, vi con sorpresa que el atochamiento del otro lado, quienes volvían de Concepción a Chiguayante estaban aun en peor situación que la mía. Varios kilómetros con ambos carriles llenos de desesperados automovilístas esperaban impacientemente pasar por el tramo en construcción.

Que genial manera de pasar un día sábado a las 4 de la tarde, una larga, doble e impaciente cola de automóviles. Ojalá los atochamientos fueran como los que vive <a href=“http://www.fox.com/malcolm/>Malcolm.