El paraiso en el mar
Hoy fuimos con Moni y Andrés de paseo por los alrededores de Cobquecura. Llegamos cerca de la una de la tarde con un Andrés hecho papel, mareado por tantas curvas juntas (las del camino).
Pasamos a dejar a los papás de Mónica a su casa de veraneo y partimos de inmediato a recorrer. Partimos, como era de esperar, por Lobería. La marea estaba tan baja que se podría llegar a las rocas caminando, pero dado que es un santuario de la naturaleza «se puede, pero no se debe».
Luego partimos a Buchupureo, a una decena de kilómetros al norte de Cobquecura, dimos una vuelta alrededor de la plaza de armas (con cancha de fútbol y básquetbol incluída) y de vuelta. Un aspecto pintoresco de ambas localidades son los letreros viales hechos de madera.
A la vuelta, a caminar hacia la «Iglesia de Piedra» y más allá. Nos quedamos un rato tomando el sol y en una guerra de piedrazos. Hasta hace un rato atrás, aun continuaba sacandome piedras de lugares innombrables. Luego, una noticia desagradable, obviamente relacionada a ese pasado que no quiere alejarse, pero nada que unas puteadas contra el viento no pudieran arreglar. Preferí tomarmelo con Andina y seguir disfrutando ese paraiso de roqueríos y fauna.
Y tampoco podía faltar la escalada al lomo de «la tortuguita», por sobre la Iglesia de piedra, con una imponente vista de las playas de Cobquecura. Ya el calor, la sed y el hambre se hicieron presentes, asi que era hora de volver a la casa de Mónica por el almuerzo.
Estuvimos quietos apenas cuanto nos demoramos en comer y luego partimos hacia «Piedra Alta», hacia el sur de Cobquecura y alli saltamos piedras, escalamos, caminamos, conversamos mil y una aventuras e historias hasta llegar a una playa gigantesca ¡para nosotros solos!. Andrés, aun con resaca, se nos quedó atrás, pero eso no impidió que la aventurera y silverstre Moni siguiera saltando de roca en roca buscando el mejor lugar para ser salpicada por las olas que rompían a nuestros pies y obtener el mejor bronceado que puede lograr en su vida de Uruk-Hai.
Lo único que nos falto para hacerlo un día perfecto: quedarnos a ver el atardecer entre las rocas. Para la próxima vez será. Sí, LA próxima vez, porque espero volver muy pronto.
Otras fotografías del viaje a Cobquecura. Enjoy.